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ALBERTO CAMPO BAEZA

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Alberto Campo Baeza (Valladolid, 1946) es Catedrático de Proyectos en la Escuela de Arquitectura de Madrid, ETSAM, en la que ha sido profesor durante más de 35 años. También ha impartido clases en numerosos centros internacionales como la ETH de Zúrich, la EPFL de Lausanne, la Universidad de Pennsylvania, la Bauhaus de Weimar, la Kansas State University, la CUA University de Washington o L’Ecole d’Architecture de Tournai (Bélgica) . Con el inicio del nuevo curso, ya como profesor emérito, trasladará sus conocimientos a los alumnos del Máster en Proyectos Arquitectónicos Avanzados de la ETSAM. Desde 2014 es Académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y Fellowship del RIBA Royal Institute of British Architects.

El Polideportivo de la Universidad Francisco de Vitoria o la Casa Cala son dos de sus proyectos más recientes, los cuales se unen a una no muy extensa lista en la que figuran entre otros la Casa Turégano o la Casa De Blas en Madrid; las casas Gaspar, Asencio, Guerrero e Infinito en Cádiz; la Caja de Granada y el Museo MA en Granada; la Casa Moliner en Zaragoza; Casa Rufo en Toledo, la Casa Olnick Spanu en Nueva York o la Guardería para Benetton en Venecia.

Por su obra y su trayectoria le han concedido numerosos premios y reconocimientos nacionales e internacionales, entre los que destacan el Premio Torroja por la Caja de Granada, el Premio a la Excelencia Docente de la Universidad Politécnica de Madrid, la Heinrich Tessenow Gold Medal de la Tessenow Society, el Arnold W. Brunner Memorial Prize de la American Academy of Arts and Letters, el International Award Architecture in Stone de Verona, el BigMat Award en Berlín o el Premio de Arquitectura Española Internacional.

Los proyectos de Campo Baeza han protagonizado numerosas exposiciones por todo el mundo y su visión sobre la arquitectura la ha plasmado en diversos libros y textos como La Idea Construida –del que ya se han publicado más de 30 ediciones-, Quiero ser arquitecto, Pensar con las manos, Principia Architectonica, Poetica Architectonica, y Varia Architectonica.

Dice Alberto Campo Baeza que aunque nació en Valladolid vio la luz en Cádiz, a donde se trasladó con sus padres con tan solo dos años. Y es esa luz, la que es protagonista indiscutible de toda su obra y también en esta conversación de arquitectura con CORTIZO ARCH.

"SER ARQUITECTO ES LA LABOR MÁS HERMOSA DEL MUNDO"

P. “Para los que sueñan y luego quieren construir esos sueños” es la primera frase que leemos al abrir Quiero ser arquitecto, el libro que escribió dirigido a los futuros estudiantes de arquitectura. En él, reivindica esta profesión como una fuente de felicidad, una oportunidad de soñar y hacer soñar a la gente. En su caso, ¿lo ha conseguido?

He repetido infinidad de veces algo de lo que estoy bien convencido: que ser arquitecto es la labor más hermosa del mundo. Para mí, repitiendo sus palabras es una fuente de felicidad, una oportunidad de soñar y de hacer soñar a los demás, de ser feliz y de hacer felices a los demás.

P. Sin embargo, supongo que en los años más duros de la crisis -especialmente incisiva con los arquitectos- no habrá sido fácil hacer ver a esos estudiantes que felicidad y arquitectura sí que podían ir en una misma frase…

Claro que los años de crisis han sido especialmente duros con los arquitectos más jóvenes. Pero las crisis son periódicas. Yo tardé unos años en hacer mi primera obra.

En cualquier caso lo que debería haber, con o sin crisis, es un cierto reparto del trabajo. No puede ser que un médico, perdón, un arquitecto, vea al día mil enfermos. Porque hay arquitectos que lo hacen. El reparto de trabajo, organizado con cabeza y con limpieza, debería ser una de las principales labores de los Colegios de Arquitectos y del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos. Si no, ¿para qué sirven?

P. Usted presenta al arquitecto como una persona multidisciplinar, una combinación de soñador, artista y técnico; de médico, cocinero y poeta. ¿En qué proporción debe ir cada ingrediente para obtener el cóctel perfecto?

Como los cócteles que usted cita, hay infinidad de maneras de enfocar la profesión. De mi curso en la ETSAM salieron dos magníficos Directores de cine: Fernando Colomo y Juan Sebastián Bollaín. La cabeza ordenada y bien formada de un arquitecto tiene la capacidad de ordenar muchas cosas en el mundo.

P. Sigamos hablando de recetas y de perfección, aplicados a la arquitectura, a la idea construida como usted la define. ¿Con qué ingredientes se cocina un buen proyecto?

Yo hablo, lógicamente, de la Gravedad que construye el espacio y de la Luz que construye el tiempo. Y de la necesidad de que haya una idea central en cada proyecto. Pero mucho mejor que yo lo propone Vitrubio con su Utilitas, Firmitas y Venustas. Y también puede ayudarnos la distinción precisa que hace T.S. Eliot entre información, conocimiento y sabiduría. Un arquitecto tiene que ser sabio. La sabiduría, como la belleza, no está reservada a unos pocos.

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P. Lo que está claro es que sería imposible concebir sus proyectos sin el protagonismo absoluto de la luz. ¿Por qué la considera un material?

No es que yo considere la luz como un ingrediente importante para la arquitectura; es que lo es. El material más lujoso con el que trabajamos los arquitectos, que para colmo se nos da gratuitamente.

P. El blanco es otro de los elementos clave en su arquitectura. ¿Se imagina proyectando un edificio de colores vivos y formas extravagantes?

Las extravagancias y los colorines, que pueden estar bien para los vestidos o para los cuadros, no suelen sentarle bien a la arquitectura. La arquitectura es algo más serio, que no aburrido. La arquitectura, la que merece la pena a lo largo de la historia, nunca ha sido extravagante. Ha sido siempre lógica. Las “follies” son eso, locuras, pero no arquitectura. Esto, que está muy claro, parece que no quiere entenderlo nuestra sociedad actual. Y en cuanto aparece algún edificio estrambótico, extravagante, torcido, inclinado, arrugado y lleno de colorines, esta sociedad piensa que esto es la nueva arquitectura. Pienso en cómo una ciudad alemana se ha arruinado con su último edificio público que ha costado veinte veces, o más, de lo previsto. Eso sí, tiene de todo. O una estupenda universidad americana en Nueva York que también se ha arruinado tras levantar su edificio agitado, extravagante. Me parece una inmoralidad.

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P. El sueño de la razón produce monstruos es un cuadro de Goya del que usted tomó el título para referirse a ese tipo de arquitectura de formas imposibles con la que ha sido muy crítico. Pero, ¿a quién considera más responsable? ¿Al que la proyecta o a quienes le eligen?

El responsable primero es el arquitecto, pero después, o a la vez, es la sociedad la que demanda esas locuras. Conozco a más de un arquitecto que en esos casos ha dicho no. La honestidad todavía sigue siendo un valor.

P. De la Sota, Oíza, Fisac, Cano Lasso, Coderch y Carvajal son para usted los maestros de la arquitectura española contemporánea, ¿Cómo han influido en su obra?

Los arquitectos que has citado son verdaderos maestros de arquitectura y de vida. No sólo son arquitectos de primer orden sino que son sabios. Y de una honestidad absoluta. Tuve la suerte de conocerles y tratarles a todos. Eran excepcionales en todos los órdenes. Sigo pensando que no se les ha hecho justicia, porque en cualquier otro país tendrían un reconocimiento público mucho mayor. Claro que me gustaría parecerme a ellos.

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P. Profundicemos en sus proyectos, en alguno de las cuales ha colaborado CORTIZO. La Casa Rufo, por ejemplo. Esta obra se sitúa en lo alto de un lomo y sirviéndose de su ubicación se convierte en una casa paisaje ¿Cómo se consigue esa simbiosis perfecta entre vivienda y entorno?

La relación de la arquitectura con la naturaleza debe ser clara. En este caso, la casa se situaba en lo alto de una colina con un paisaje de horizonte lejano muy hermoso. Optamos por la solución de colocar en todo lo alto, como un belvedere, la zona más pública de la casa para poder disfrutar de esas vistas.

Las carpinterías, como en muchas de mis otras obras, eran de CORTIZO.

P. Por su parte, Casa Cala, más ensimismada, encuentra su proyección al exterior a través de grandes ventanales con mínima sección vista y un espectacular juego de luz y espacios. A priori, parece que hay mucho de casa Turégano en ella ¿Es así?

Las dos casas que usted cita, la Casa Turégano y la Casa Cala, tienen bastantes puntos en común, como el que las vistas más interesantes aparecen al ir subiendo de nivel. Y ciertas operaciones espaciales internas como el lograr espacios diagonales sumando espacios de doble altura desplazados convenientemente en vertical.

Los propietarios de ambas casas son personas muy cultas que no sólo valoran esas cualidades espaciales sino que están felices viviendo esos espacios. Y lo dicen y lo agradecen.

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P. En este nuevo curso será profesor emérito en la ETSAM, en el Máster en Proyectos Arquitectónicos Avanzados. Por lo tanto, seguirá vinculado a la docencia y a la ETSAM, aunque de forma diferente. ¿Cómo afronta esta nueva etapa? ¿Qué balance hace de todos estos años?

El balance de estos cuarenta años de docencia es más que positivo. No puedo más que dar gracias a Dios por todo, por tanto. Y a tanta gente, tanto a mis alumnos como a mis profesores. Una gente estupenda, mejores que yo, de la que he aprendido más de lo que yo haya podido enseñarles. Me han ayudado y me han aguantado.

Más que afrontar una nueva etapa, siento que estoy empezando a empezar. Y hay una vieja aventura de trasladar ese Curso de Master a Nueva York, que a lo mejor se hace realidad el próximo año.


P. Son muchas las generaciones que han pasadas por sus clases. ¿Cómo ve a los arquitectos del mañana?

Todos los alumnos que han pasado por mis clases han sido un verdadero regalo para mí, y son gente de enorme calidad profesional y humana. No me cansaré de insistir que se aprende más que se enseña.

Los arquitectos del mañana, los de hoy, los más jóvenes, son una gente extraordinaria. Sabiendo que el momento es duro, están dejándose la piel. La gente más joven que está estudiando en nuestra Escuela, la ETSAM (Kenneth Frampton dice que es la mejor Escuela de Arquitectura del mundo) sale muy bien preparada.

Si yo tuviera un hijo le animaría a hacer arquitectura, sabiendo que sería muy feliz.

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