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IÑAKI ÁBALOS // Ábalos+Sentkiewicz

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Iñaki Ábalos (Donostia-San Sebastián, 1956) es arquitecto (1978) y Doctor Arquitecto (1991) por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Exchair del Departamento de Arquitectura del GSD de la Universidad de Harvard, en la actualidad es Professor in Residence en Harvard GSD y Catedrático de Proyectos en la ETSAM. Además de en estas dos últimas, ha ejercido la docencia en otras prestigiosas universidades como las de Columbia, Cornell y Princeton en EEUU, la Architectural Association de Londres y la EPF de Lausanne. Iñaki Ábalos combina su actividad académica y de investigación con la profesional. En 2006, tras más de 20 años de proyectos en el estudio Ábalos&Herreros, funda una nueva oficina de arquitectura junto a Renata Sentkiewicz, Ábalos+Sentkiewicz (AS+), con sedes en Madrid, Cambridge (Massachusetts, EEUU) y Shanghai (China). Los proyectos y obras de Abalos+Sentkiewicz (AS+), han sido reconocidos internacionalmente y objeto de numerosas exposiciones individuales y colectivas en destacados centros internacionales como el AA (Londres), el Pavillon de l’Arsenal (París) o el MoMA (Nueva York). Este prestigio también se refleja en los más de 30 premios recibidos en concursos de arquitectura por proyectos como el Edificio Lolita en Madrid, la Fundación Tapies en Barcelona, la Torre Solar en Valencia, el Parque Urbano y la Estación del AVE de Logroño o el Museo de Arte Contemporáneo de Zhuhai en China.

"EL FIN DEL ARQUITECTO NO DEBE SER ADORNAR SOLO LA VIDA DE LOS MÁS RICOS"

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P. Se acaba de cumplir su período como director del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Harvard, ¿qué valoración hace de este período?

R. El balance es muy positivo. No me he llevado grandes sorpresas porque ya conocía bien Harvard y la universidad americana, donde había dado charlas, participado en talleres, seminarios etc. Allí, académicamente, la arquitectura se vive como una actividad cultural y en permanente cambio en el que se debaten absolutamente todas las ideas. Harvard es un verdadero laboratorio de conocimiento con unas tradiciones muy instauradas, un cuerpo de profesorado de primer nivel y que funciona como una máquina perfectamente engrasada. Es un centro con una tradición europea muy importante cuyo origen se remonta a la bauhaus. Walter Gropius fue su primer director y decano (chair&dean) y en sus inicios introdujo todo el conocimiento que se había desarrollado en Alemania. A partir de ahí, la Escuela de Harvard ha sido una especie de embajada de Europa en América en la cual los profesores europeos formaban a los niños estadounidenses mejor preparados. Hoy en día muchas instituciones otorgan becas para poder estudiar en ellas. De este modo, se ha convertido en un lugar de verdaderas élites intelectuales, no económicas, que reciben las influencias de la arquitectura de todo el mundo.

P. Otros arquitectos españoles como Rafael Moneo o Josep Lluís Sert también ocuparon ese puesto. Más allá de su trayectoria profesional, ¿por qué cree que apuestan por arquitectos de nuestro país?

R. Yo creo que la formación que se ha impartido en nuestro país, más completa y menos especialista, nos permite tener una visión más general para los cargos directivos y eso atrae a los americanos. Por otra parte, en España nos ha diferenciado el no creer en la especialización entre Arquitectura y Urbanismo. Sert introdujo en Harvard el departamento de Urban Planning & Design y propuso tanto en la escuela como en los congresos de aquel entonces una verdadera vinculación entre la visión urbana y la arquitectónica. Eso también se plasmó en la época de Moneo y, modestamente, creo que también está presente en nuestra obra y en el proyecto académico que lidero.

Además, en España mi generación ha crecido bebiendo de autores que escribían y construían, lo que ayuda a entender esa forma de ver la arquitectura. Sin embargo, en EEUU es casi insólito encontrar gente capaz de escribir con sentido y a la vez tener una arquitectura innovadora. Esa falta de especialización es lo que nos permite tener una cierta influencia, por nuestra visión más holística.

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P. ¿Existen grandes diferencias en la actualidad en el ámbito arquitectónico entre la corriente americana y la europea?
R. Más que corrientes, las definiría como modalidades en las que la profesión se ha ido conformando. Esto depende de aspectos como las regulaciones de cada país, la presencia de los arquitectos en los procesos de construcción o solo en los de diseño, una formación más técnica o más artística y cómo está estructurado el sector de la construcción en cada país. Todo ello crea una amalgama que se plasma en una forma diferente de construir en casi toda Europa y Latinoamérica respecto a la de EEUU o China. Hay diferencias y, evidentemente, eso afecta a la enseñanza. Digamos que a principios del siglo XX era EEUU el que construía y Europa la que daba legitimidad o valor cultural. Hoy en día esto ha cambiado mucho. Ahora en EEUU apenas se construye o se construyen cosas simplemente mercadotécnicas, sin embargo es la Universidad quien les da valor y prestigio. De todos modos la irrupción de China como tercer agente, rompiendo esa dualidad Europa-América, ha cambiado el escenario. En la actualidad uno de cada dos metros cuadrados se construyen en China y eso tiene un impacto grandísimo. Esta no es una profesión inmune al hecho de que en cada momento histórico hay un sitio en el que hay más necesidad de arquitectura. Esto influye, evidentemente, en la forma en la que se piensa.

P. En China, precisamente, están realizando una de sus obras más ambiciosas, el Museo de Arte Contemporáneo de Zhuhai, ¿tienen más proyectos en el país asiático?

Como consecuencia de la recesión que afectó a España, nosotros apostamos por ir a EEUU no solo a formar a los jóvenes en Harvard, sino también a proyectar de forma más internacional nuestro estudio. Consideramos que China y Latinoamérica son los lugares dónde, ahora mismo, hay más necesidad de arquitectos y arquitectura de calidad. La calidad en Europa es como un producto de boutique; en otros lugares es algo que hay que redefinir, calidad es igual a futuro, es social y es política, no es simplemente lujo. Es mucho más interesante para un arquitecto trabajar en esos medios que en unos espacios en los que todo tiene que ser de superlujo, que también está muy bien, pero el fin del arquitecto no debe ser adornar solo la vida de los más ricos. Así que ahora estamos trabajando en proyectos urbanos de marcado carácter social en Medellín y en Managua por una parte y en proyectos de muy distinto alcance en Shanghai, Zhuhai y Seul.

Además del museo de Zhuhai, que ha sido ascendido recientemente a la categoría de museo nacional y está en avanzado estado de construcción, hemos ganado recientemente un concurso para desarrollar un recorrido de 5 km en el interior de un gran parque de Shanghai, con 3 de estos kms elevados en lo que hemos denominado "The Flying Spine"; también una manzana de usos mixtos y una iglesia que comienzan ahora la construcción. Por otra parte estamos entregando ahora varios concursos restringidos, quizás el más significativo sea el del Palacio de la Ópera de Shanghai, en una esquina privilegiada de Huangpu River que atraviesa la ciudad y toda la región.

Pero la mejor noticia es que comenzamos a tener trabajos interesantes en España de nuevo, algo que nos alegra por partida doble: por volver a trabajar aquí pero también por lo que significa de recuperación de un cierto optimismo en nuestro país, que esperemos se consolide en el futuro próximo.

P. Hablaba usted de la crisis y de la necesidad de apostar por proyectos en nuevos países. Otra de las consecuencias de la recesión fue que se colocó a los arquitectos españoles en el ojo del huracán. Mediáticamente, ¿se han sentido atacados?

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R. Creo que desde el punto de vista periodístico se ha tratado a los arquitectos españoles de forma muy injusta. El mercado nacional se paralizó, pero no porque los arquitectos españoles estuviesen basados en el star system y en realizar edificios con formas extravagantes. La arquitectura española, excepciones aparte, se ha caracterizado por ser honesta, bastante contenida y muy consciente de lo que es un euro. El tiempo ha desvelado cómo parte de la responsabilidad de la situación estaba en el descontrol político y la falta de conocimiento de algunos a la hora de gestionar el dinero público. Si miramos las obras que han sido un desastre económico en nuestro país, yo diría que apenas podríamos contar con arquitectos españoles en ese fenómeno. Estoy totalmente a favor del intercambio internacional, pero ha sido extraño ver como se encargaban las obras estrella a arquitectos de otros países con un bagaje interesante, pero de dudosa experiencia, arruinando a comunidades autónomas enteras y sin embargo, ni un arquitecto español ha recibido un encargo en Inglaterra, por ejemplo, país del que venían la mayor parte de los autores de esos cuestionados proyectos. A los arquitectos españoles nos ha pasado algo un poco penoso pues

cuando vino la crisis se nos responsabilizó de algo que no habíamos hecho. También es cierto que hemos sido un poco ingenuos y, por ese tradicionalismo de la pequeña escala de las oficinas, la mayoría de los estudios han sido incapaces de adaptarse al nuevo contexto. No quiero hacer una defensa numantina de los arquitectos españoles, pero si es cierto que algunas cosas no se las han explicado bien a los ciudadanos.

P. Profundicemos en su faceta investigadora. Cuando apenas se hablaba de “construcción sostenible”, usted ya se refería a la “belleza termodinámica” y al aprovechamiento de aspectos como la conducción, la radiación o la convención de los materiales. ¿Estética y sostenibilidad fueron compatibles desde un principio?

R. Con la crisis energética del 73 empezó a hablarse de arquitectura sostenible. Hay que tener en cuenta que esos discursos venían de un norte frío con unas técnicas de aclimatación muy distintas. Allí la naturaleza es tu enemiga mientras que en toda la geografía española, la inmensa mayoría de los días del año, es tu amiga.
Además, ha habido una especie de fascinación por la jerga ingenieril como si los arquitectos no supiésemos lo que es la ventilación cruzada, la inercia térmica, la conductividad, la efusividad de los materiales o tantos otros parámetros. En España tenemos ejemplos como las masías, los caseríos, las casas-patio o las haciendas que hablan por sí solos de termodinámica de una forma exquisita. Lo que yo intenté, desde un primer momento, es decir que no había dos mundos: la forma y la materia, por una parte, y la energía y las flechitas rojas y azules, por otra. Ambos han ido unidos desde siempre. Quizás haya climas enlos que la maquinaria térmica sea prioritaria para subsistir; pero hay muchos otros, sobre todo los más poblados del mundo como son el clima tropical y subtropical, en donde la responsabilidad del arquitecto es mucho mayor que la del ingeniero. En estos lugares, con una atención mínima a aspectos como forma, materia y movimiento del aire se puede obtener un confort razonable el 70-80% de los días del año. España es un país en el que ni siquiera se necesita la energía solar para hacer arquitectura pasiva, es suficiente con la geotermia en el 90% del suelo. Utilizando adecuadamente la masa, la inercia térmica, laradiación y la energía geotérmica lo tenemos resuelto sin utilizar una sola placa solar. Ahora empezamos a tener una colección de proyectos y obras construidas que afortunadamente van en esta dirección e invitan al optimismo. Sin embargo, hace falta dar un salto cualitativo en la formación. Los alumnos están más que capacitados para entender y asumir conocimientos técnicos de termodinámica. Esto les permitirá una mayor libertad creativa y una mayor capacidad para utilizar la materia desde el punto de vista de la energía y la ecología.

P. Hablemos de cerramientos. Usted aseguró que “El muro cortina es la lengua franca de la arquitectura”, ¿es quizás el elemento que mejor se adapta a las diferentes realidades constructivas de cada país?

R. Soy un gran defensor del muro cortina desde mis inicios en la arquitectura. Creo que es uno de los grandes inventos de la modernidad que se ha ido perfeccionando y está alcanzando unos niveles interesantísimos en su totalidad: estructura, bastidor, vidrio, los subsistemas, las capas interiores y exteriores etc. Los avances termodinámicos en vidrio y aluminio no paran y hoy sabemos mucho más sobre ellos. Incluso si pensamos en algunas construcciones de los años 60, si hoy utilizáramos los mismos bastidores, las mismas estructuras, y las mismas tipologías de muro, pero con nuevos perfiles y nuevos vidrios, se conseguiría una mayor eficiencia energética. Además el muro cortina tiene grandes ventajas operativas. Posibilita, por ejemplo, definir de forma precisa cómo se va a construir estando a 10.000 km de distancia, permitiendo garantizar unos niveles altísimos de acabado que, con otro tipo de prefabricados, solo sería posible con una dedicación artesanal. Aunque se pueda ver el muro cortina como demasiado homogéneo, lo cierto es que permite trabajar en un contexto global con garantías de futuro.

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P. Uno de los proyectos de Ábalos+ Sentkiewicz en los que está presente CORTIZO es la Estación del AVE de Logroño. En ella, arquitectura y paisajismo van de la mano ¿qué destacaría de esta obra?

R. La estación del AVE de Logroño es un clarísimo ejemplo de la utilización de la escala urbana y de la arquitectónica indistintamente, algo propio de la arquitectura española como hablábamos con anterioridad. Nos presentamos al concurso junto a muchos estudios extranjeros. Ellos entendían que había que hacer un icono y nosotros creíamos que debíamos atender a lo que significaba la intervención en cuanto a transformación urbana, soterrando las vías al paso por la ciudad y convirtiendo, de este modo, una barrera infranqueable en un parque lineal fantástico. Diseñamos un parque y una especie de gruta que sería la estación. Con unos pequeños desniveles dábamos continuidad a los peatones, a los coches, en definitiva, a la ciudad. Integrábamos una serie de cosas sin que ninguna fuera un objeto con forma llamativa. Esa propuesta de combinación de la escala urbana y arquitectónica fue la clave del éxito en el concurso. Luego en la fase de construcción, entendimos que no nos interesaba enseñar demasiado la estructura, a pesar de que no era ostentosa, aunque sí muy bonita, pero tampoco queríamos esconderla.
Con las lamas de CORTIZO buscamos generar un patrón que definiera el aspecto interior de la estación. Elegimos que fuera de aluminio extruido para que tuviera una larga vida y a su vez proporcionara una dimensión abstracta. Además, se trataba de una solución muy arraigada en la arquitectura española que dejaba ver y no ver, protegiendo de la luz en unas horas y dejándola pasar en otras. Considero que se hizo un trabajo espléndido y cuidadoso por parte de la gente que estuvo a pie de obra, mostrando un amor por las cosas propio de los buenos artesanos. Es muy satisfactorio ver que aun existe esa artesanía en los materiales industriales.

P. Hemos hablado del pasado y del presente. En cuanto al futuro, ¿qué objetivos se marca?

R. Son muchas las metas; una de ellas es cómo volver a la universidad española. Creo que estos años han sido provechosos; he asimilado ideas interesantes para la cultura y la actual sociedad española que espero poder trasmitir cuando regrese de Harvard. Trasladar lo aprendido a las futuras generaciones de arquitectos es una forma de devolverle a la universidad pública todo lo que me ha dado. Por otra parte, otro de los objetivos es consolidar la proyección internacional de nuestra firma Ábalos+Sentkiewicz y de nuestra oficina en Madrid desde la que desarrollamos en este momento proyectos tanto en Europa como en Asia y Latinoamérica, reforzados por oficinas satélite en Boston y Shanghái.

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