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LLUIS COMERÓN // Presidente CSCAE

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Lluís Comerón Graupera (Mataró, 1960) es arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), docente asociado en la propia ETSAB y codirector en la Escuela del Vallés (ETSAV). Además, desde su estudio ha desarrollado numerosos proyectos tanto para el sector público como el privado: equipamientos escolares, sanitarios, penitenciarios, culturales y espacios públicos. En la actualidad compagina su actividad con el cargo de presidente del ITEC (Instituto de Tecnología de la Construcción). También posee una larga trayectoria relacionada con los Colegios de Arquitectos, habiendo desempeñado entre 2006 y 2010 la presidencia de la demarcación de Barcelona del COAC. Posteriormente ocupó el cargo de decano del Colegio de Arquitectos de Cataluña, liderando su transformación e impulsando y apoyando la respuesta de los colegiados a los nuevos retos que la sociedad plantea a la arquitectura y el urbanismo

Lluís Comerón acaba de iniciar su andadura como nuevo presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España, afrontando un mandato de cuatro años en el que buscará “construir un proyecto colectivo, inclusivo y de diversificación, donde todos los compañeros encuentren su satisfacción

profesional”, como afirmó en su discurso de toma de posesión. En CORTIZO ARCH conversamos con el arquitecto catalán para conocer más detalles sobre sus propuestas para este período.

"La arquitectura y el urbanismo son herramientas imprescindibles para la adaptación al cambio climático"

Tras una consolidada trayectoria tanto en el Colegio de Arquitectos de Cataluña como en la demarcación de Barcelona del propio COAC, decidió presentarse a las elecciones del Consejo Superior. ¿Qué le impulsó a postularse como candidato?

He tenido la oportunidad, como consejero de la mesa del Pleno del CSCAE, de conocer los problemas y dificultades de los profesionales en todo el territorio español y he comprobado que, en gran medida, las inquietudes y necesidades de los arquitectos son las mismas y relacionadas con el rodillo unificador de una crisis durísima. Tras casi una década enmarcada en los efectos del colapso del sector inmobiliario, es hora de que los arquitectos de España, nuestros Colegios y el CSCAE consolidemos y visualicemos el cambio hacia una nueva etapa.

Nos encontramos ante una oportunidad que debemos abordar y aprovechar con responsabilidad, preparación y diversificación, de forma concertada, para poder ofrecer a la sociedad un proyecto colectivo. Todo ello, liderado en cada territorio por los Colegios de Arquitectos, con el impulso y coordinación del Pleno y la Asamblea del CSCAE, y la implicación y complicidad de nuestro colectivo.

En su discurso inaugural asumió un “compromiso público con la arquitectura y con el conjunto de la sociedad”. Bajo su punto de vista, ¿existe un compromiso a la inversa? Es decir, ¿está la sociedad comprometida con la arquitectura?

La sociedad está comprometida en la medida en la que espera que las ciudades, los edificios y el entorno construido puedan ofrecer la calidad y el confort óptimo para desarrollar la actividad humana, así como en la medida en la que siente como propio el valor de los intangibles que la cultura del patrimonio construido puede aportar. Los ciudadanos saben y sienten cómo deben ser los entornos en los que viven y desarrollan su actividad, solo nos queda a las instituciones canalizar y dar respuesta a esas demandas para establecer un acuerdo social en el que los arquitectos puedan poner su trabajo al servicio de esos requerimientos.

Entre los grandes retos que se propone para los próximos cuatro años se encuentra el de impulsar una ley española de arquitectura. A nivel autonómico algunas comunidades desarrollaron las suyas propias, pero a nivel estatal nunca ha llegado a promulgarse ninguna. ¿Qué supondría su aprobación?

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En Europa tenemos varios referentes de legislaciones que consideran la arquitectura como actividad de interés general y fundamento para el bienestar y la cohesión social, equiparándola a otros ámbitos como el derecho a la salud o el derecho a la justicia. Curiosamente, en la legislación española no hay ninguna línea que haga referencia a esta actividad, la arquitectura, entendida como aquello que nos permite vivir un poco mejor en nuestras ciudades. La petición que formulamos estriba en reconocer la arquitectura como un derecho colectivo a poder disfrutar de las mejores ciudades posibles como una cuestión de interés general. Esto supondría un paraguas legislativo para diferentes aspectos como la protección del patrimonio, la rehabilitación urbana, el fomento e impulso de la calidad arquitectónica y urbanística, etc.

Otra de sus premisas es la de fomentar viviendas que repercutan en el bienestar de quienes las habitan. Si las costumbres y las formas de vivir han cambiado, ¿se hace necesaria una forma de construir diferente?

No es una cuestión de construir de una manera diferente, sino de reestructurar las prioridades y los tiempos. Los arquitectos estamos en constante proceso de actualización de conocimientos y adaptación a nuevas tecnologías y cambios normativos, lo hacemos a través de cursos de formación, de encuentros profesionales, congresos y jornadas, pero sobre todo, día a día en nuestros estudios y oficinas, a través de un proceso de investigación continua. Por eso no es una cuestión de técnica, que ya la tenemos, sino de voluntades que nos permitan desarrollar las mejores viviendas para las diferentes maneras de vivir.

Se ha marcado la lucha contra el cambio climático como una de sus prioridades al frente del CSCAE. Usted, que también trabaja en ese ámbito desde el Instituto de Tecnología de la Construcción, ¿qué soluciones cree que puede aportar la arquitectura? ¿Qué actuaciones urgen?

La arquitectura y el urbanismo son herramientas imprescindibles para la adaptación al cambio climático, son parte ineludible de la solución. Teniendo en cuenta que el aumento de los gases de efecto invernadero en las ciudades tiene importantes efectos sobre la salud de las personas y supone la pérdida del confort y la habitabilidad de los edificios, con el consiguiente aumento de la pobreza energética, es urgente actuar. En España, con un parque edificado de 26 millones de viviendas, muchas de ellas obsoletas desde el punto de vista energético, las actuaciones de los arquitectos en rehabilitación de edificios y regeneración urbana van a ser fundamentales para mitigar sus efectos. Limitar la demanda energética y conseguir un mayor porcentaje de edificios de energía casi nula, el empleo de materiales ecoeficientes, el análisis del ciclo de vida de nuestros edificios, el diseño de ciudades sostenibles son realidades que los arquitectos manejamos y que permitirán no solo evitar importantes impactos ambientales, sino paliar la pobreza energética y mejorar la calidad de vida en nuestras ciudades.

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Supongo que la construcción sostenible, para que sea una realidad, también tiene que ir acompañada de una normativa más exigente. ¿Espera que el nuevo Código Técnico de la Edificación sobre el que está trabajando el gobierno incluya una revisión importante en este aspecto?

Me consta que así es. Desde el CSCAE siempre hemos colaborado para conseguir una mayor calidad en edificios y ciudades que repercuta, como he dicho, en la calidad de vida y en la habitabilidad de todos los ciudadanos. La próxima modificación de los requisitos de eficiencia energética en los edificios continúa un camino iniciado en el año 2006 para que estos sean más sostenibles y garanticen las prestaciones mínimas con menos consumo de recursos. Esta y otras modificaciones del Código Técnico en las que se comenzará a trabajar en breve, deben seguir trabajando en ese sentido, pero también incorporando otras cuestiones que son fundamentales en este momento. Entre ellas, la lucha contra el cambio climático, la incorporación de medidas de adaptación y mitigación en la edificación y en la ciudad que nos permitan hacer ciudades más saludables y habitables no sólo ahora, sino también en el futuro, la transformación de los sistemas productivos de nuestro sector hacia modelos basados en la economía verde y circular, y la regeneración urbana integral de las ciudades españolas. En todas estas cuestiones creo que los arquitectos y sus organizaciones profesionales podemos hacer interesantes aportaciones y, por ello, nuestra disposición es colaborar en todo lo posible con la administración.

En cuanto al urbanismo, ¿hacia dónde cree que debe evolucionar el modelo de ciudad? ¿Son compatibles las ciudades libres de coches con la actividad diaria de quienes las habitan?

Si pensamos en la historia del urbanismo, vemos que la introducción del vehículo privado como medio masivo de transporte en las ciudades es relativamente reciente. Junto a ello, procesos de crecimiento de la ciudad basados en modelos dispersos y de usos segregados han dado lugar a ciudades consumidoras de gran número de recursos y emisoras de grandes cantidades de contaminantes, con importantes efectos sobre la naturaleza. La buena noticia es que las ciudades están en constante transformación, solo hay que proponer una dirección y unos objetivos en beneficio no solo de los ciudadanos, sino del planeta en su conjunto. Nuestra obligación es proponer una reflexión sobre la actual configuración y funcionamiento de nuestras ciudades para ofrecer soluciones. Eso pasa sin duda por un cambio urgente no sólo en la movilidad, que debe apostar por un modelo menos contaminante, sino también por otras actuaciones basadas en la regeneración urbana integral. Sabemos que la ciudad es responsable de muchos de los problemas ambientales que sufrimos, pero también es la gran oportunidad para solucionarlos y para incorporar aspectos sociales y económicos que finalmente configuran la calidad de vida de las personas en el presente y garantizarán las mismas condiciones para las generaciones futuras.

Hablemos de más propuestas de su programa. Para este período 2018   2021, propone planes de colegiación y vinculación a los colegios, especialmente orientados a los arquitectos jóvenes y recién titulados. Coincidirá en que es un gran reto teniendo en cuanta la profunda crisis que afectó al sector en los últimos años…

Sí, los colegios hemos sufrido también duramente la crisis y hemos reducido muchísimo los ingresos, principalmente por la caída de la actividad de nuestros colegiados y la bajada de la colegiación, que en los primeros años de la crisis cayó entre 5 % y un 10 %. Todo ello nos ha llevado a transformar nuestro modelo económico radicalmente durante esos años. La cifra ya se está recuperando y la mayor parte de los colegios ha superado los datos previos a la crisis. Ahora lo que nos toca es volver a recuperar la confianza de los arquitectos y mejorar los servicios que los colegios pueden ofrecer.

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Supongo que más de una vez habrá escuchado entre compañeros de profesión que “la colegiación no sirve para nada, solo para firmar”. ¿Qué cambios cree que serían necesarios para revertir esa idea?

Como he comentado, mejorar los servicios que ofrecen los Colegios y hacerlo desde las necesidades reales de los arquitectos en el ejercicio de su profesión es la tarea principal. Para ello, lo primero que debemos hacer es conocer esas necesidades y articular una respuesta adecuada.

En una entrevista en esta misma revista, Alberto Campo Baeza aseguraba que “el reparto del trabajo, organizado con cabeza y con limpieza, debería ser una de las principales labores de los Colegios de Arquitectos y del CSCAE”. De este modo se abriría una cierta esperanza para aquellos profesionales que no logran su oportunidad laboral. ¿Qué le parece esa propuesta?

En parte, los colegios ya han realizado, dentro de lo que la normativa de competencia nos permite, algunas tareas en ese sentido, con bolsas de trabajo, listados de peritos y listados de arquitectos por especialidades.

Superada ya la crisis, ¿qué balance haría de la profesión a día de hoy? ¿Hay indicadores para ser optimistas en un futuro inmediato?

A día de hoy, la profesión sigue estando muy castigada por la crisis. Hemos mejorado, sí, pero la caída del volumen de trabajo en términos de visado, que fue del 90%, se traduce en que solo un 10% de lo que teníamos antes empieza a recuperarse. Falta que el mercado se normalice, con todo lo que eso conlleva: falta de contratación, precios a la baja, falta de baremos y de referencias de honorarios... En definitiva, las condiciones profesionales siguen siendo muy duras por falta de trabajo, así como muy complejas por una normativa cada vez más abundante.

Por otro lado, somos optimistas en la medida en la que sabemos que nuestra profesión es útil a la sociedad y que formamos parte de la solución.

Ya para terminar, desde su papel de docente, ¿cómo ve a las nuevas generaciones de arquitectos?

La situación es especialmente dura sobre todo para los jóvenes arquitectos recién egresados que encuentran muy difícil el acceso al mercado laboral; y además, si lo hacen, acceden en unas condiciones precarias. Por otro lado, son los profesionales con más flexibilidad y capacidad de adaptación, cualidades muy importantes para dar respuesta a las nuevas necesidades de las que hemos hablado. Hay muchos campos de trabajo, aparte del ejercicio clásico de la profesión, relacionados con nuevas tecnologías, BIM, gestión energética, sostenibilidad y mantenimiento de edificios para los que los arquitectos estamos no solo capacitados, sino que aportamos valor añadido al conocer el proceso completo y la globalidad del funcionamiento de los edificios y las ciudades.

ES